sábado, 30 de mayo de 2009

Una vida casi fútbolera!



Hace poco acabo de ver “Rudo y Cursi”, la historia de dos hermanos que de la zona campestre de México gracias a un caza-talentos argentino pasan a jugar a la liga mexicana de fútbol. El Rudo (Diego Luna) es el arquero y el Cursi (Gael García Bernal) delantero, el primero es rudo fuera y dentro de las canchas, el segundo prefiere dedicarse a ser cantante ranchero, una muy buena película, con un excelente guión, ágil, una foto buena, solo un poco esteriotipados los personajes a veces pero en los momentos en que no debían serlo, no lo eran. Hasta el momento la mejor peli de fútbol que he visto, otras como “Goal” o “Green Street Hooligans” tenían guiones decentes y buena foto, pero les faltaba esencia, “Rudo y Cursi” la tiene por tener esa cultura Latinoamericana (o mexicana en este caso) que hace queribles a los personajes y dentro de lo predecible que puede ser una peli fútbol: ganar, empatar o perder, esta peli se la rebusca para hacer una mezcla de las tres opciones. Véanla y bajen la banda sonora buenísima ;0
Buena aprovecho esta ocasión para escribir mi experiencia con el deporte rey. Pertenecí a una de las últimas generaciones que jugaban en la calle, por supuesto jugar a la pelota, pichanga, oyito pataa, etc era normal, pero nunca jugué FUTBOL con todas sus letras y reglas. La cuestión es que en una plaza de tierra que tenía en frente de mi casa con dos banquillos de cemento a cada lado que usábamos como arcos, yo y mi amigo jugábamos casi todos los días contra dos hermanos que les decíamos “Los Adolfos”, porque el mayor de los hermanos se llamaba Adolfo, era alto y flaco, usaba lentes y tenia tics que lo hacían hacer muecas, un perfecto Nerd, el otro hermano era un crack, rápido y gambeteador sino se dedico al fútbol mal por él. La cuestión es que no importaba cuanto yo mojara la camiseta y corriera de aquí para acá, siempre nos goleaban, gran culpa era porque mi compañero de equipo se cagaba de la risa con cada gol que nos metían y me aportaba muy poco en el juego, ni hablar de mi habilidad, me perdía goles con el arco solo y siempre me enredaba yo mismo con la pelota. 10-5, 20-11, solían ser resultados habituales, y yo siempre me picaba y casi lloraba, mientras mi amigo seguía muerto de la risa, la cuestión es que un día, agarre una medalla de fútbol que había ganado mi viejo y se las aposté a los hermanos para que jugarán con nosotros una vez más, pasó lo habitual, y me puse a llorar y no les quise entregar la medalla, mi viejo llegó preguntando por la medalla y viendo la situación, decidió apostar la medalla una vez más, jugando en nuestro equipo. Ahora éramos 3 contra 2, y al principio ganábamos, la cuestión es que de momento empezaron a llegar más niños a la cancha y más padres también, al final habré contado unas 30 personas corriendo detrás de una pelota en una cancha que no era más grande que la mitad de la mitad de una cancha de futbol, ya al anochecer todo sucio y embarrado, iba a casa con mi papá obviamente con la medalla en el bolsillo, no porque la ganáramos sino porque con tanta gente la apuesta inicial se olvido. Más adelante en la plaza a alguien se le ocurrió poner un poste de luz en medio de esta, lo que dificultaba el juego, después pusieron otra plazita chica en torno al poste lo que hizo imposible jugar, también los Adolfos crecieron y no se interesaron en jugar, además que una vez de picado le hice una falta por atrás al Adolfo y al caer se quebró la mano y como que desde ahí jugaron menos con nosotros…Pero mi carrera futbolística no terminaba aún, me inscribí en el taller de baby-fútbol de mi colegio y solo una vez jugué de suplente en un partido oficial, me tocó entrar y ahí estaba yo, sin visión de juego alguna, era solo de tener la pelota y meter un gol, pero todo acabó cuando en ese partido me llego un pelotazo de lleno en la cara desde mi propio compañero, lo que me dejo tendido en el pasto, llorando…(puta que era llorón). Así a los 14 terminó toda la trayectoria de creerse super-campeón nunca más toque una pelota hasta los 17, en ese tiempo me dedique a todas esas weas de cartas, comics y ñoñerias que hicieron perder mi adolescencia de emociones de verdad y de haberme dedicado a algún deporte quizás. En 4to medio en educación física hicieron un torneo de fútbol donde yo y mis amigos (lo más malos del curso por cierto) formamos el KDTS, el nombre es un chiste interno. En el primer partido nos enfrentábamos a los mejores del curso, partimos jugando y a los 5 minutos ganábamos 2-0 y por goles míos, nos sentíamos los reyes, pero el destino te premia pero no por mucho tiempo al final nos ganaron 10-2, tal vez porque nuestra defensa estaba compuesta por los amanerados del curso, que salían corriendo cuando los delanteros rivales atacaban. Más adelante todo fue peor contra otros los equipos perdimos 15-2 y 30-6. Destacó que en esa fecha me cargaba el fútbol por eso cuando me compré el play, no quise ningún juego de fútbol pero ante la insistencia de mis amigos me compré uno, y descubrí todo un mundo con el winning eleven, los distintos jugadores, las distintas ligas, las estrategias y me generaron una pasión que hasta ahora no pretendo dejar, si bien no me veo todos los partidos y no siento una pasión desbordada con cada partido de mi equipo favorito, el fútbol es un deporte muy rico para explotar en emociones y anécdotas dentro y fuera de la cancha, por eso mi proyecto más ambicioso para realizar está relacionado con fútbol, por eso también ahora juego regularmente fútbol porque amo este deporte y amo a la selección de chile, que es el único equipo del cual desde siempre no me he perdido ningún partido y me provoca la pasión necesaria como para llorar.Ahora para darle un final filosófico a este largo escrito, si la vida es un partido de 90 minutos y tu eres un equipo de fútbol, donde los delanteros son las virtudes que te llevan a lograr cosas, el mediocampo son tus ideales que te guían y apoyan a los delanteros, la defensa es tu estado de salud emocional y física, el rival es el mundo real, las personas ganadoras y alegres tienen buenos delanteros, las personas trabajadoras tienen buen mediocampo, las personas depresivas tienen mala defensa, ahora que voy por los 20 minutos del primer tiempo y mi mediocampo y delanteros luchan por meter goles, aún queda mucho tiempo para hacer variaciones con los suplentes. Y si bien muchas personas ganan, empatan o pierden en este juego que es la vida, lo importante no es el resultado sino haber jugado y haber metido unos goles…